
En este contexto, la educación es principalmente la adquisición mediante la libertad de una forma de ser o formación, consistente en el dominio de sí. Si bien este proceso se da en la interacción social, es importante entender el proceso educativo como autoeducación, entendida como autoformación.
Es en la facultad de elegir y ser responsable donde reside la personalidad, la cual implica una construcción donde el sujeto se fortalece y no la pierde por quedar adicto a algún objeto, acontecimiento o sustancia. La raíz de las adicciones se halla, entre otras causas, en el deficiente logro de una persona que no llega a ser dueña de sus actos, ni está guiada por una jerarquía de valores por los cuales tiene sentido no adherir a otros que la llevarían a un estado de servidumbre, en una época de grandes y acelerados cambios e inseguridad social. De igual forma hay que aclarar que la educación no es un proceso biológico o natural, sino un logro que requiere arte.
Es en la facultad de elegir y ser responsable donde reside la personalidad, la cual implica una construcción donde el sujeto se fortalece y no la pierde por quedar adicto a algún objeto, acontecimiento o sustancia. La raíz de las adicciones se halla, entre otras causas, en el deficiente logro de una persona que no llega a ser dueña de sus actos, ni está guiada por una jerarquía de valores por los cuales tiene sentido no adherir a otros que la llevarían a un estado de servidumbre, en una época de grandes y acelerados cambios e inseguridad social. De igual forma hay que aclarar que la educación no es un proceso biológico o natural, sino un logro que requiere arte.
La educación consiste, entonces, etimológicamente, en un proceso de desarrollo mediante el aprendizaje o adquisición de hábitos para enfrentarnos con los problemas de la vida en sus variados aspectos, los cuales la adjetivan (educación informal, formal, intelectual, de la voluntad, estética, deportiva, lingüística, tecnológica, etc.). Frecuentemente, lo que se aprende es puesto fuera de la persona, como una materia extraña; y se olvida, de este modo, que el principal objeto a aprehender es la persona

El Desarrollo Humano es un paradigma de desarrollo que va mucho más allá del aumento o la disminución de los ingresos de un país. Comprende la creación de un entorno en el que las personas puedan desarrollar su máximo potencial y llevar adelante una vida productiva y creativa de acuerdo con sus necesidades e intereses. Por lo tanto, el desarrollo implica ampliar las oportunidades para que cada persona pueda vivir una vida que valore. El desarrollo es entonces mucho más que el crecimiento económico, que constituye sólo un medio; si bien muy importante, para que cada persona tenga más oportunidades.

El Desarrollo Humano es un paradigma de desarrollo que va mucho más allá del aumento o la disminución de los ingresos de un país. Comprende la creación de un entorno en el que las personas puedan desarrollar su máximo potencial y llevar adelante una vida productiva y creativa de acuerdo con sus necesidades e intereses. Por lo tanto, el desarrollo implica ampliar las oportunidades para que cada persona pueda vivir una vida que valore. El desarrollo es entonces mucho más que el crecimiento económico, que constituye sólo un medio; si bien muy importante, para que cada persona tenga más oportunidades.
Para que existan más oportunidades lo
fundamental es desarrollar las capacidades humanas: la diversidad de cosas que
las personas pueden hacer o ser en la vida. Las capacidades más esenciales para
el desarrollo humano son disfrutar de una vida larga y saludable, haber sido
educado, acceder a los recursos necesarios para lograr un nivel de
vida digno y poder participar en la vida de la comunidad. Sin estas
capacidades, se limita considerablemente la variedad de opciones disponibles y
muchas oportunidades en la vida permanecen inaccesibles.
Los filósofos, economistas y líderes
políticos destacan desde hace tiempo que el objetivo, la finalidad, del
desarrollo es el bienestar humano. Como dijo Aristóteles en la Grecia Antigua: "La riqueza no es, desde luego, el
bien que buscamos, pues no es más que un instrumento para conseguir algún otro
fin".
En este contexto, todo el proceso educativo debe contar con
la participación protagónica de quien se educa: la educación es autoeducación,
aunque ésta requiere (sobre todo en la infancia) de ayuda externa (en lo que
consiste la enseñanza y la heteroeducación). La educación termina siendo, pues,
una forma de ser (de la que se sigue una forma de obrar, de estar, etc.) con la
que cada sujeto humano se va construyendo y es él el principal responsable de
lo que llega a ser. Cada uno es el artífice de sí mismo.
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